jueves, 12 de agosto de 2010

LAS NACIONES UNIDAS Y EL AÑO INTERNACIONAL DE LA JUVENTUD.

Mensaje del Secretario General de 2010

 

Este 12 de agosto, al tiempo que conmemoramos el Día Internacional de la Juventud, damos comienzo al Año Internacional de la Juventud, cuyo tema será «Diálogo y comprensión mutua».

 

Las difíciles condiciones sociales y económicas que estamos viviendo justifican que prestemos especial atención a la juventud. El 87 por ciento de las personas de 15 a 24 años vive en países en desarrollo. La crisis económica mundial ha tenido efectos desproporcionados en los jóvenes. Estos han perdido empleos, han luchado por conseguir trabajos poco remunerados y han visto limitado su acceso a la enseñanza. En momentos en que la economía empieza lentamente a estabilizarse, debe darse una importancia fundamental a las necesidades de los jóvenes.

 

Se trata de un imperativo moral y una necesidad de desarrollo. Es también una oportunidad: la energía de los jóvenes puede estimular economías deficientes. Me siento continuamente inspirado por la buena voluntad, el talento y el idealismo de los jóvenes que tengo la ocasión de conocer en diversas partes del mundo. Los jóvenes están haciendo contribuciones importantes a nuestra labor para erradicar la pobreza, contener la difusión de enfermedades, luchar contra el cambio climático y alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Pido a los Estados Miembros que aumenten sus inversiones en los jóvenes para que estos puedan hacer una contribución aun mayor.

 

Durante el Año Internacional, las Naciones Unidas y sus organizaciones juveniles asociadas se centrarán en la necesidad de fomentar el diálogo y la comprensión entre las distintas generaciones, culturas y religiones. En un mundo en el que diferentes pueblos y tradiciones están estableciendo relaciones más estrechas y frecuentes que nunca antes en la historia, es crucial que los jóvenes aprendan a escuchar atentamente, solidarizarse con los demás, reconocer opiniones divergentes y resolver conflictos. Pocas tareas son más importantes que la de fomentar estas aptitudes y educar a los jóvenes en los derechos humanos, pues ellos no son sólo la generación de líderes del futuro, sino también partes interesadas fundamentales en el presente. Reconozcamos que las generaciones mayores pueden aprender mucho de las experiencias y ejemplos de jóvenes que llegan a la edad adulta en un mundo de acelerada interconectividad.

 

En el comienzo de este Año Internacional, reconozcamos y celebremos todo lo que los jóvenes pueden hacer para construir un mundo más seguro y más justo y redoblemos nuestros esfuerzos por incluir a los jóvenes en las políticas, programas y procesos decisorios que benefician su futuro y el nuestro.

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